La hijastra inocente de 18 años descubre las tendencias voyeuristas de su papá. Chantajeándolo, exige sexo. El encuentro en el dormitorio se desarrolla, sus cuerpos se entrelazan en pasión. Entre lágrimas y risas, su deseo prohibido culmina en una corrida interna, dejándolos a ambos cambiados para siempre.