En este cortometraje, una joven tratando de apostar contratando un taxi para llevarla a un lugar sin acompañante termina en el lado equivocado de la ley cuando un policía la pilla en el asiento trasero del taxi. La oportunidad perdida es reemplazada por la figura de autoridad: el marinero tomando el control y teniendo un encuentro sensual y mutuamente consensuado en el espacio confinado del coche.